Es domingo temprano y vamos de excursión a Tarabuco. El equipo de Barcelona está estos días con nosotros y aunque hace frío, Tarabuco es un lugar hermoso donde pasar el día. Llenamos un micro con todos los que somos y partimos más o menos puntuales hacia nuestro destino. Muchos de los estudiantes del Programa Impulsa y Comedor no se conocen y es una gran oportunidad para que se descubran, para tejer amistades y unirnos como equipo.

Algunos charlan, otros duermen, otros disfrutan del paisaje, que cada vez se insinúa un poquito más frío. Hacemos parada técnica para disfrutar de la nieve, que tiñe a trocitos las montañas cargadas de eucaliptus próximas a Tarabuco. Nos hacemos fotos y nos tiramos bolas de nieve.

Llegamos a Tarabuco y recorremos sus calles de camino a casa de Pio, quien nos ofrece su hogar y centro de estudios. Pio nos habla de la cosmovisión andina y disfrutamos de la rica comida que nos preparan. Nos enseñan los trajes típicos Yambara, nos explican sobre las tradiciones y la cultura del lugar. Disfrutamos del sol y la naturaleza, de la conversación y la compañía.

Después de comer, visitamos el mercado de artesanía, sus callejones y sus puestos de ropa, carne, frutas e incluso animales… Nos perdemos entre los colores y las gentes que vienen a comprar y vender. Artesanos y agricultores de las comunidades rurales vecinas acuden cada domingo a ofrecer sus productos o a comprar lo necesario.

Vistamos los lugares emblemáticos, la iglesia, cementerio y la plaza principal.

Después de disfrutar del día, regresamos de nuevo en micro hasta Sucre. Hemos conocido nuevas amistades y nos vamos con la sensación de haber aprovechado el día, aprendido y disfrutando de cosas nuevas.

El grupo de jóvenes del Programa Impulsa y muchos de Comedor junto con el equipo de Fundación Equilibri Bolivia y Barcelona, ahora somos más comunidad, más equipo y mucho más conscientes del gran futuro que nos espera por delante si seguimos juntos y creemos en nosotros y nuestro proyecto común